Dependientes emocionales

Desde chicos con nuestros padres y familiares teníamos una dependencia directa o vertical, en donde ellos nos proveían, de hecho desde nuestro ser más primitivo dentro del vientre materno estamos en un estado relajado en donde nos proveen alimento y nos sentimos reconfortados.. luego de chicos nos indicaban donde ir, de qué manera actuar, qué hacer, qué no hacer, etc.

 

Como adultos comenzamos a tener cierta independencia, aunque no total ya que somos seres sociales y necesitamos algún grado de dependencia con los otros (jefes, pareja, profesores, familiares, amigos) para poder coordinar acciones en conjunto.

 

Pero muchas veces este grado de dependencia es alto, es allí donde todo el tiempo buscamos aprobación de alguien para realizar determinada acción en nuestra vida. Antes de hacerlo por placer, satisfacción, nos preguntamos ¿Qué dirán de mí si hago esto?, a tal punto que nos paralizamos, nos da miedo salirnos de la norma y romper las reglas de lo considerado “normal”.

 

Comenzamos a dejar de tomar decisiones por nosotros mismos, tomamos las que son aprobadas por el exterior (pareja, amigos, familiares, sociedad, etc). De este modo le otorgamos el poder y rumbo de nuestra vida a un agente externo.

 

Buscamos aprobación de todo en la otra persona, cuando está seguramente tiene ideas, creencias, juicios, capacidades, conocimientos y objetivos distintos.

 

Algunas razones de la dependencia emocional:

  • Miedo a la soledad
  • Inseguridad personal
  • Baja autoestima
  • Necesidad de agradar
  • Posición de inferioridad
  • Creemos que el otro me debe completar, sino no puedo ser feliz

 

¿Qué nos puede ayudar a trabajarlo?

  • Aceptación a uno mismo, a ser como somos
  • Preguntarnos cosas, actitudes, acciones propias, hacía donde queremos ir, hacía donde estamos yendo.
  • Vivir con un proposito, hay pocas cosas que generan tanta ansiedad como no tener una dirección o metas en la vida. Algo que nos permita evaluar si estamos o no por buen camino
  • Vivir de forma coherente, actuando como hablamos y pensamos.
  • Ver al otro como alguien igual a nosotros

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