Un padre y su hijo salen por la mañana acompañados de su inseparable asno a cumplir con las faenas de todos los
días en el campo. Al salir del pueblo, el hijo se monta en el burro y alguien los ve y hace el siguiente comentario:
– ¡Ay que ver! Qué poca consideración del niño, tan joven, montado en el burro y el padre andando.
El padre lo oye y le dice al niño:
– Mira niño, bajate tú y me subiré yo.
Se baja el niño del burro y se sube el padre. Un poco más adelante, otra persona los ve y comenta lo siguiente:
– Desde luego, qué poca consideración de ese hombre, él montado en el burro y el pobre niño andando.
A esto el padre le dice al niño:
– ¡Anda niño! Súbete tu también el burro.
Poco después, otra persona que estaba junto al camino comenta:
– Qué poco respeto le tienen al pobre animal. Los dos subidos en él, que va el animalito que no puede tirar.
Igualmente el padre oye el comentario y dice:
– Mira niño, vamos a apearnos los dos e iremos andando.
Seguidamente los ve alguien y su comentario fue el siguiente:
– ¡Serán tontos! Mira que ir los dos andando y el burro de vacío.
La moraleja de esta fábula es: ¿Cómo tendremos que hacer las cosas para que no haya quien nos critique?